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COLIBRÍES, maravillas de la fisiología animal / HUMMINGBIRDS, astonishing animal physiology

30 de julio de 2012
Coqueta coronada (Lophornis stictolophus) (Spangled Coquette). Ecuador

© Texto y fotografías: © José María Fernández Díaz-Formentí / http://www.formentinatura.com

Una vieja leyenda nativa del Perú cuenta que un poderoso dios de la selva castigó a los hombres de una tribu por haber desobedecido sus mandatos. Encolerizado, el dios separó al hombre de la mujer y decidió condenar a los varones a sufrir su soledad en la tierra, enviando a las mujeres a los cielos. Con el tiempo el dios reflexionó acerca de la severidad de su castigo. No se arrepentía de la decisión tomada, pero la verdad es que las mujeres eran menos culpables de aquella desobediencia, y por tanto no se merecían un castigo tan severo. El dios tomó entonces una decisión: poner alas a las flores más bellas del bosque para que subiesen volando a hacer compañía a las solitarias mujeres: Fue así como nacieron los colibríes…

Colibrí de raquetas (Ocreatus underwoodii), La Brisa, Baeza, Quijos, Napo, Ecuador
Zafiro capirotado (Thalurania glaucopsis) (Violet-capped Woodnymph), Mata Atlántica, Brasil

Otra bellísima leyenda guaraní (publicada por A. Muñoz Monge) hace a los colibríes portadores de nuestras almas: al morir, nuestros espíritus abandonan los cuerpos terrenales y revolotean hasta ocultarse en una flor. Allí esperarán la llegada de una criatura mágica del aire, el mainumby (nombre guaraní del colibrí), que recoge esas almas escondidas en las flores y las guía amorosamente al Paraíso. Por ello el colibrí vuela incesante de flor en flor, intentando encontrar esas almas ocultas…

Pico espada (Ensifera ensifera)(Sword-billed Hummingbird). Valle Del Río Papallacta (Guango Lodge), Napo, Ecuador 

ALGO NUNCA VISTO

Los colibríes son aves fascinantes en todos los sentidos. Los primeros exploradores y colonos españoles en América quedaron asombrados al ver unos pequeños pájaros cerniéndose en pleno vuelo frente a una flor de la que se alimentaban, zumbando sus alas sin apenas mover el cuerpo, para de repente salir disparado hacia otra flor en un vuelo vertical (como un moderno avión de combate) o incluso volar marcha atrás.

Colibrí pardo (Colibri delphinae), La Brisa, Baeza, Quijos, Napo, Ecuador
Silfo de King (Aglaiocercus kingi); Selva nubosa de la Reserva del Manu, Perú
Silfo de King (Aglaiocercus kingi)(Long-tailed Sylph). Valle de Cosanga (Cabañas San Isidro), Napo, Ecuador.
Silfo de King, o cometa verdiazul (Aglaiocercus kingi), La Brisa, Baeza, Quijos, Napo, Ecuador

Únase a ello su variedad, colas de imposibles diseños, pequeño tamaño (a veces poco más que un abejorro) y el espectacular y variable colorido de su plumaje iridiscente, que el naturalista norteamericano Audubon definió como un “resplandeciente pedazo de arco iris”, en el que con frecuencia aparecen espejos de reflejos metálicos en la garganta o pecho. Un plumaje capaz de poner en serios problemas a los ilustradores de las guías de aves o a expertos ornitólogos cuando intentan identificarlos.

Brillante frentivioleta (Heliodoxa leadbeateri sagitta), La Brisa, Baeza, Quijos, Napo, Ecuador
Zafiro golondrina (Thalurania furcata) (Fork-tailed Woodnymph), periferia del P.Nac. Podocarpus, Zamora-Chinchipe, Ecuador

Estos pequeños y nerviosos pájaros eran algo nunca visto en las aves del Viejo Mundo. En 1526, el sesudo cronista Gonzalo Fernández de Oviedo publica el Sumario de la Natural Historia de las Indias, como anticipo de su enciclopédica Historia general y natural de las Indias. Era un época de exploraciones del nuevo continente, y en ese año apenas se estaba comenzando a conocer Sudamérica. Pero Oviedo ya había reparado en estas avecillas durante su estancia en las Antillas y en Panamá, y así nos hace una primera descripción…

Colibrí de Mulsant (Chaetocercus mulsant), Guango Lodge, Napo, Ecuador

CAPÍTULO XLVII: Pájaro Mosquito. Hay unos pajaritos tan chiquitos, que el bulto todo de unos de ellos es menor que la cabeza del dedo pulgar de la mano, y pelado es más de la mitad menor de lo que es dicho; es una avecica que, demás de su pequeñez, tiene tanta velocidad y presteza en el volar, que viéndola en el aire no se le pueden considerar las alas de otra manera que las de los escarabajos o abejones, y no hay persona que le vea volar que piense que es otra cosa sino abejón.

Coqueta magnífica (Lophornis magnificus) (Frilled Coquette); Mata Atlántica, Brasil

Los nidos son según la proporción o grandeza suya. Yo he visto uno de estos pajaricos que él y el nido puestos en un peso de pesar oro pesó todo dos tomines, que son veinte y cuatro granos, con la pluma, la cual si no tuviera, fuera el peso mucho menos. Sin duda parecía en la sotileza de sus piernas y manos a la avecicas que en las márgenes de las horas de rezar suelen poner los iluminadores;

Metalura tiria (Metallura tyrianthina smaragdinicollis) (Tyriaan Metaltail); Ciudad Inca de Sayaqmarka, Camino Inca a Machu Picchu, Cuzco, Perú

y es de muy hermosas colores su pluma, dorada y verde y de otras colores, y el pico luengo según el cuerpo, y tan delgado como un alfiler. Son muy osados, y cuando ven que algún hombre sube en el árbol en que cría, se le va a meter por los ojos, y con tanta presteza va y huye y torna, que no se puede creer sin verlo cierto es cosa la pequeñez de este pajarico, que no osara hablar en él sino porque sin mí hay en esta corte de vuestra majestad otros testigos de vista. De lo que hacen el nido es del flueco o pelos de algodón, del cual hay mucho y les es mucho al propósito.

Colibrí colirrojo (Clytolaema rubricauda) (Brazilian Ruby); Mata Atlántica, Río de Janeiro, Brasil

Colibrí pechirrojo (Boissonneaua matthewsii), La Brisa, Baeza, Quijos, Napo, Ecuador

EXCLUSIVOS DE AMÉRICA

Los colibríes se encuentran en todo el continente americano, desde el sur de Alaska a Tierra del Fuego, incluyendo las Antillas caribeñas. Ocupan variadísimos hábitats, desde gélidos páramos y punas a 5000 metros de altitud hasta sofocantes selvas húmedas tropicales, pasando por zonas áridas, bosques secos y desiertos. Ello trae consigo una gran diversificación en especies (328) y un gran número de subespecies asociadas (al menos 684), sobre todo en zonas montanas y submontanas neotropicales de los Andes orientales (vertientes a la Amazonía), que es donde existe la mayor diversidad de especies.

Colibrí cobrizo (Aglaectis cupripennis) en el páramo altoandino. Guardería de Los Baños, Parque Nacional Cayambe Coca, Ecuador
Los colibríes son aves solo presentes en América, desde Alaska a Tierra del Fuego, si bien la familia muestra una clara preferencia por la franja tropical del continente, como vemos en la imagen. El número de especies se hace mayor cuanto más nos acercamos a la línea ecuatorial, y dentro de esa franja, sus ambientes predilectos se encuentran en las laderas y valles orientales de los Andes (Ecuador, Colombia, Perú…), donde la selva amazónica trepa por sus pendientes y forma exuberantes bosques premontanos y montanos, en los que las nieblas son muy habituales.
El zafiro colidorado (Chrysuronia oenone oenone), (Golden-tailed Sapphire) es una de las especies que ocupan la franja tropical de América del Sur.  Wildsumaco Lodge, Napo, Ecuador
Coqueta Coronada (Lophornis stictolophus) (Spangled Coquette)
Coqueta coronada (Lophornis stictolophus), Cabañas Copalinga, Zamora-Chinchipe, Ecuador

Algunas de ellas tienen distribuciones muy restringidas a unos pocos valles, como es el caso del colibrí admirable (Loddigesia mirabilis), de espectacular cola, que vive en unos valles de los Andes peruanos. Todo ello hace a esta familia de aves, los Trochilidae, la segunda en número de especies en América, tras los tiránidos. Se divide en dos subfamilias: Los ermitaños (Phaethornithinae, 34 especies) suelen tener el pico curvo, colores relativamente discretos y mueven constantemente la cola mientras están posados.

Ermitaño verde (Phaethornis guy) (Green Hermit), Periferia PN Podocarpus, Zamora-Chinchipe, Ecuador.

La otra subfamilia es la de los Trochilidae o colibríes típicos, que agrupa a 294 especies. Entre ellos se encuentra el colibrí zunzuncito (Mellisuga helenae), que es el ave más pequeña del mundo (poco más que el borrador de un lápiz). Vive en Cuba y mide 5-6 cm, pesando entre 1,5 y 1,9 gramos (como una almendra). En el extremo opuesto estaría el colibrí gigante (Patagona gigas), de 20-22 cm y 18,5-23 gramos, habitual en zonas áridas de la cordillera andina. Pese a su nombre no es mayor que un vencejo o golondrina, y cabe bien en la palma de la mano.

El llamado colibrí gigante (Patagona gigas) tiene un nombre un tanto desproporcionado: es el mayor de ellos, pero su tamaño es similar a un vencejo o golondrina, y cabe en la palma de la mano. Es de colores pardos y vive en altiplanos y valles andinos. Una de las plantas de las que se alimenta son las enormes espigas florales de la titanka o Puya raimondii. Colibrí gigante en Cuzco, Perú.
Amazilia listada (Polyerata fimbriata) (Glittering-throated Emerald), Pantanal, Mato Grosso, Brasil

Los colibríes están remotamente emparentados con golondrinas, aviones y vencejos, pero la divergencia entre ellos ocurrió hace mucho tiempo (fines del Cretácico, hace 70 millones de años), cuando el macrocontinente de Gondwana se disgregó y Sudamérica quedó separada de África. En la actualidad sólo están presentes en el territorio americano, y a lo largo de su geografía reciben muy variados nombres. Uno de los más comunes en la América hispana es el de picaflor (aunque en realidad no pica las flores, sino succiona o liba el néctar). En Colombia es llamado chupaflor, y quincha en la lengua muisca.

Silfo de King, o cometa verdiazul (Aglaiocercus kingi), La Brisa, Baeza, Quijos, Napo, Ecuador
Colibrí variable (Lampornis castaneoventris castaneoventris) (Variable Mountain-gem), Altos de Chiriquí, Panamá

En México suele llamársele chupamirtos o chuparrosas (ts’unu’un en idioma maya), y los quechuaparlantes de los Andes se refieren a él como q’uente (en algunas zonas andinas es quinde); En Venezuela tienen el bonito nombre de tucusitos, en Brasil “beija-flores” (“besa flores”) y en Costa Rica, gurrión. En guaraní es el mainumby, como dijimos, y los aymaras de los altiplanos peruano-bolivianos lo conocen como luli. Los araucanos lo denominan pinda. A veces los nombres son onomatopéyicos, haciendo referencia a su zumbido: es el caso de zunzunes o zunzuncitos (Cuba y ciertas islas antillanas) o el inglés “hummingbird” (“pájaro zumbador”). Otros nombres también antillanos son los de pájaro mosca o mosquito (recogido por Fernández de Oviedo), y el propio nombre “colibrí”, que parece ser una transcripción del nombre escuchado por los primeros colonizadores franceses a los indígenas antillanos y que significaría “pajarito mágico” o “pajarito de los espíritus”.

Colibrí morado (Campylopterus hemileucurus) (Violet Sabrewing); Altos de Chiriquí, Panamá

Los nombres científicos de las diferentes especies, así como sus denominaciones en distintas lenguas modernas son pródigos en referencias a piedras preciosas (zafiros, topacio…), astros (estrellas, sol…) o elogiosos adjetivos como “Maravilloso”, “Admirable”, “Brillante”, etc. Poetas y músicos se han dejado inspirar por su belleza y carácter, desde el folclorista Rosendo Huirse Muñoz y su huayno El Picaflor («Quisiera ser picaflor/ y que tu fueras clavel/ para libarte la miel/ del capullo de tu boca») al poeta chileno Pablo Neruda, que le dedica su Oda al picaflor: «Al colibrí, volante chispa de agua, /incandescente gota de fuego americano, /resumen encendido de la selva,/ arco iris de precisión celeste…» (al final de este artículo se reproduce la «Oda al Colibrí» de Neruda)

Colibrí picoespada (Ensifera ensifera), Guango Lodge, Napo, Ecuador
Representación del colibrí (tal vez el picoespada de la foto superior, aunque es una especie propia de los bosques montanos altos de los Andes) en el desierto de las Pampas de Nazca (Perú), sólo visible desde el aire. Cultura Nazca (s.I-VII dC).

Los colibríes aparecen con frecuencia en el arte precolombino: quizá el más conocido es el gigantesco colibrí presente en el desierto de las pampas de Nazca, en la costa sur del Perú. Mide unos 70 metros y es sólo visible desde el aire. Sus creadores de la cultura Nazca (s. I-VII dC) también nos han dejado representaciones en la cerámica de distintos picaflores, al igual que sus contemporáneos mochicas de la costa norte. Además aparece en el arte orfebre de las culturas ecuatorianas, colombianas, centroamericanas y mexicanas.

Plato con representación de dos colibríes. Cerámica de la cultura Nazca (Perú), siglo I-VII dC. Museo Larco, Lima, Perú.
Colibrí representado en la cerámica Nazca (Perú), s.I-VII dC.
El colibrí en vuelo suele representarse en la cerámica Mochica (0-700 dC) en escenas que pretenden transmitir dinamismo y acción. Museo Larco, Lima, Perú.

Colibrí en un plato de la cultura Nazca (Perú), British Museum.

Los picaflores también están presentes en numerosas leyendas y mitos indígenas de América, como en el caso de la leyenda mencionada al principio de este artículo, o las leyendas aztecas que vinculan al colibrí con Huitzilopochtli: según su leyenda, este dios de la guerra fue producto de la fecundación de Coatlicue con un ovillo de plumas de colibrí que esta había encontrado mientras barría un templo y que guardó en su seno. Su nombre significa precisamente algo así como “lado sur o meridional del colibrí”.

Orejera de oro (3 cm) representando a un colibrí libando una flor; altiplano de Nariño (sur de Colombia, s VII-XVI dC). Museo del Oro, Bogotá.
Jacobino cuelloblanco (Florisuga mellivora), Reserva Ecológica Maquipucuna, Nanegal, Pichincha, Ecuador

MARAVILLA DE LA FISIOLOGÍA ANIMAL

El colibrí es una maravilla de la fisiología animal, con increíbles adaptaciones de sus órganos, tejidos y células a su estilo de vida. Es un ave habitualmente menor de 10 cm (van de 5 a 20 cm) y poco más de 10 g de peso (los extremos van de solo 2 gramos a 20), de carácter nervioso e inquieto, que zumba sus alas de promedio 80 veces por segundo (pero a veces ¡hasta 200 aleteos por segundo!). Esto le permite un vuelo sorprendente, pues es capaz de mantenerse estático en el aire mientras liba una flor, antes de salir disparado y desaparecer a velocidades de 50 a 85 km/h, y a veces hasta 150 km/h (una paloma en vuelo rápido apenas alcanza 64 km/h). Solo en un segundo recorre unas 200 veces la longitud de su cuerpo: extrapolándolo a nuestra especie equivaldría a recorrer 350 m en un segundo, esto es, una velocidad cercana a los 1300 Km/hora (más que la velocidad promedio de un avión comercial de pasajeros).

Colibrí rutilante (Colibri coruscans), La Brisa, Baeza, Quijos, Napo, Ecuador
Colibrí nagüiblanco o colibrí de Bouguer (Urochroa bougueri), cascada del río Hollín, Napo, Ecuador
Colibrí variable (Lampornis castaneoventris castaneoventris) (Variable Mountain-gem), Altos de Chiriquí, Panamá
El ala del colibrí difiere de las de otras aves: Por un lado, la superficie alar dependiente de los huesos de la mano es superior al 75% del total (en una paloma apenas es un 50%); por otro, las articulaciones del codo (brazo-antebrazo) y muñeca (antebrazo-mano) son bastante rígidas y con poco movimiento, funcionando como un bloque. El contrapunto a esa rigidez lo pone la articulación del hombro, con una excepcional movilidad que permite al brazo girar muy libre, hasta 180º. El ala pasa así a asemejarse más a la de un insecto, que viene a ser también una placa rígida movida por los músculos en su «hombro» o inserción al tórax.

Un pájaro así necesita unas adaptaciones orgánicas que lo hagan tan excepcional. Por un lado, el esqueleto y las articulaciones de sus alas le permiten rotaciones de 180º en sus movimientos, lo que proporciona un amplio batido. Los músculos pectorales que los mueven requieren un extraordinario aporte energético, por lo que sus fibras están cargadas de mitocondrias hasta lo máximo que admiten sin reducir las estructuras responsables de la contracción propiamente dicha: un 35% del volumen de la fibra muscular lo ocupan las mitocondrias (corpúsculos de la célula que actúan como centrales energéticas de la misma).

Zafiro colidorado (Chrysuronia oenone oenone), Wildsumaco Lodge, Napo, Ecuador
Amazilia versicolor (Agyrtria versicolor) (Versicolored Emerald). Mata Atlántica, Estado de Río de Janeiro, Brasil
Los músculos pectorales tienen un importante desarrollo: desde su inserción en el húmero descienden a la quilla, de forma que al contraerse someten al ala a un descenso y rotación
Los músculos opuestos son los supracoracoideos: desde la quilla vuelven al húmero haciendo un giro para insertarse en su parte interna: al contraerse elevan de nuevo el ala y la desrotan. Esta alternancia entre ambos músculos ocurre entre ¡80 y 100 veces por segundo!. El peso de ambos músculos supone el 30% del peso del colibrí.

Los músculos pectorales bajan y rotan el ala, mientras sus antagonistas, los supracoracoideos, la vuelven a elevar y desrotar: entre ambos suponen el 30% del peso del colibrí (entras otras aves buenas voladoras como las migratorias ronda un 20%), y se coordinan para contraerse de forma alterna ¡casi 100 veces por segundo!. Las frecuencias de aleteo registradas van de 6 a incluso 200 veces por segundo en ciertos instantes (lo más habitual entre 30 y 100 veces por segundo). Sus alas tienen huesos alares proporcionalmente más cortos y ligeros que los de otras aves, que les permitirá hacer movimientos más precisos. En realidad, los movimientos que los músculos hacen sobre dichos huesos son giratorios más que batidos verticales. Al ser los huesos cortos, un movimiento muscular milimétrico se traduce en un radio amplio de movimiento alar.

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Además de la alta frecuencia de aleteo (6 a 200 veces por segundo) es muy singular la forma en que los colibríes mueven sus alas, describiendo una especie de «8» tridimensional, que le proporciona una asombrosa maniobrabilidad en el vuelo, con cambios bruscos de dirección e incluso volar hacia detrás. Colibrí pechirrojo (Boissonneaua matthewsii) (Chestnut-breasted Coronet). Inkaterra, Machu Picchu, Perú.
Colibrí Pechirrojo (Boissonneaua matthewsii), Inkaterra, Machu Picchu, Perú © Formentí 072 copia
Inca bronceado (Coeligena coeligena), La Brisa, Baeza, Quijos, Napo, Ecuador

Pero además de tan alta frecuencia, existe otro factor que diferencia los aleteos de los colibríes de los de otras aves, y es la orientación de los mismos: mientras las demás aves las mueven de arriba abajo (y de forma relativamente lenta) para sustentarse, los colibríes lo hacen con un movimiento mucho más complicado, de atrás adelante, rotándolas hasta 180º y describiendo en el aire una figura próxima a un 8 tumbado (signo del infinito), y de forma sincronizada y simétrica, que les permite obtener sustentación tanto en los batidos descendentes (75% de la sustentación) como ascendentes (25% de la misma). Tan complejo movimiento y a esa elevadísima frecuencia les permite quedar parados en el aire, volar marcha atrás (únicas aves capaces de hacerlo realmente) o cambiar de rumbo súbitamente, alternándolo con velocísimos picados en maniobras que pueden durar apenas un segundo: así, tras un picado a más de 100 km/h, puede remontar un vuelo vertical bruscamente: estas cabriolas podrían causar un desmayo incluso a un piloto de caza profesional, pues las aceleraciones y deceleraciones superan los 9G (9 veces la acción de la gravedad). Las montañas rusas suelen producir aceleraciones de hasta 4G.

Colibrí nuquiblanco (Florisuga mellivora), Reserva Maquipucuna, Nanegal, Pichincha, Ecuador

Para lograr su sorprendente maniobrabilidad, los colibríes solo tienen que modificar el ángulo de rotación de sus alas. En sistemas de aleteo y vuelo, el colibrí se asemeja más a los dípteros y otros insectos que al resto de las aves. Existen otras aves capaces de mantener un vuelo estacionario, pero el récord lo bate el colibrí, al mantenerlo por más de medio minuto. Parece que el mesencéfalo lenticular (entre el cerebro  y el bulbo raquídeo y médula espinal) tiene su importancia en esa estabilización. Esta zona del tronco cerebral conduce y regula impulsos motores desde la corteza cerebral hacia la médula espinal, y en el colibrí supone un 0,25% del volumen cerebral total. Quizá no parece mucho, pero es que el de una paloma es solo un 0,07 %; por tanto el del colibrí es 3,5 veces mayor.

Colibrí rutilante (Colibri coruscans), piedemonte del volcán Sumaco, Wildsumaco Lodge, Napo, Ecuador
Colibrí de raquetas (Ocreatus underwoodii), La Brisa, Baeza, Quijos, Napo, Ecuador

Con un tamaño tan pequeño y tanto movimiento, la pérdida de calor superficial por volumen es constante y acusada. Hay colibríes que viven en desiertos sofocantes o en selvas tropicales, pero también en gélidos páramos y punas de los Andes a más de 4000 m de altitud (se han visto incluso a 5000 m). En tan inquieto pájaro no hay espacio o tiempo para quemar grasa: los propios músculos de vuelo generan el calor, y si la noche impone un descanso, ralentiza su metabolismo entrando en una especie de letargia. Pero hasta entonces aprovechará el día lo más posible. Si cae un fuerte aguacero tropical intentará seguir visitando las flores, sacudiéndose periódicamente las plumas de la mojadura. Y esto también es sorprendente: investigadores de la Universidad de California (Berkeley) han descubierto que cada sacudida dura apenas 4 centésimas de segundo y somete la cabeza a ¡34 veces la fuerza de la gravedad!

Colibrí picoespada (Ensifera ensifera)(Sword-billed Hummingbird), Guango Lodge, Napo, Ecuador
Colibrí Inca de Gould (Coeligena inca) (Gould’s Inca). Inkaterra, Machu Picchu. Perú

Colibrí apagado (Campylopterus cirrochloris) (Sombre Hummingbird). Mata Atlántica, Estado de Río de Janeiro, Brasil

Además el colibrí es un pájaro de gran corazón: un 2,5 % de su peso total (el nuestro es un 0,45%). En términos relativos su corazón es 5,5 veces mayor que el nuestro. Pero si algo sorprende es su frecuencia cardiaca: 500-600 veces por minuto en reposo y más de 1000 (!) si está excitado en disputas con otros colibríes. Durante el reposo nocturno la frecuencia se reduce notablemente. El aparato respiratorio va acompasado con ese sorprendente sistema circulatorio: así, el ritmo respiratorio en reposo es de 300 ciclos por minuto (una paloma lo hace 10 veces menos, y nosotros unas 14-18 veces/min), y el vuelo llega a los 500 ciclos/min. El volumen de aire movido en cada ciclo respiratorio es , en proporción, el doble que el de los mamíferos. Además, los colibríes tienen mucho cerebro, de los animales que más en proporción, pues supone el 4,2% de su peso corporal (el nuestro es un modesto 1,85 %).

El sistema cardiovascular es sorprendente en muchos aspectos, como mostramos en esta composición.
Inca acollarado (Coeligena torquata), Cabañas San Isidro, Cosanga, Napo, Ecuador

El combustible que mueve esta maravilla de la fisiología es fundamentalmente el néctar de las flores, rico en azúcares y que el ave liba protruyendo su lengua hasta 15 veces por segundo. Apretando el pico se bombea el líquido a la garganta. El néctar supone el 75-80% de su dieta, que complementa con los aportes proteicos que le proporcionan algunos pequeños insectos y arañas. El colibrí patrulla los árboles y arbustos floridos con paradas breves y parece recordar las flores libadas en su anterior recorrido, como si las dejase descansar para que produzcan nuevo néctar. Esta observación empírica, que llevo años constatando, hoy ha sido confirmada y explicada: el tamaño del hipocampo cerebral del colibrí (sector del encéfalo fundamental en la memoria) es un 7% del volumen cerebral total, lo que duplica el porcentaje de otras aves.

Rabudito crestado (Discosura popelairii), piedemonte del volcán Sumaco, Wildsumaco Lodge, Napo, Ecuador

La cantidad de néctar que precisa al día es muy alta, pues equivale al 160% de su masa corporal (hay quien habla de ingestas diaria de entre 5 y 15 veces su peso corporal). En un hospedaje de un bosque premontano andino (Cabañas San Isidro, Cosanga, Napo, Ecuador), con unos 8-10 alimentadores de agua azucarada, su encargado me comentó que se consumen unos 45 kg de azúcar mensuales, y pude observar como diariamente los colibríes vaciaban por completo los recipientes. Pese al elevado consumo energético, su eficiencia para levantar su peso en el aire es un 20% superior al de un helicóptero, según ha estimado la Royal Society de Gran Bretaña.

Brillante frentivioleta (Heliodoxa leadbeateri sagitta), La Brisa, Baeza, Quijos, Napo, Ecuador

Como liba un 160% de su peso al día, debe eliminar casi otro tanto de agua (más del 70% del néctar es agua), por lo que hace una diuresis constante. En su sistema digestivo absorben el 80% del agua ingerida, lo que pone a sus riñones a prueba durante todo el día, pues hay que expulsar todo ese agua sin perder las valiosas sales minerales. Para evitar esto último, su riñón tiene unas adaptaciones que, por reducción de la concentración osmótica, evita pérdidas de solutos superiores al 10-15 %. La digestión es rápida: el néctar es rápido y fácil de digerir, y el colibrí necesita reemplazar rápido combustible, así que el néctar es excretado cada 15-20 min como gotas de líquido cristalino. Para imaginarnos el intenso trabajo de su sistema excretor, extrapolemos los datos a nuestra especie: un adulto de 75 kg bebería 120 litros de néctar al día, que supondrían entre 90 y 100 litros de agua: excretar todo ese agua reteniendo sales es un enorme reto para cualquier riñón, sin duda… La equivalencia en otras especies con el ser humano supondría para este último orinar incluso 180 litros al día.

Inca acollarado (Coeligena torquata), Cabañas San Isidro, Cosanga, Napo, Ecuador
Colibrí rutilante (Colibri coruscans), La Brisa, Baeza, Quijos, Napo, Ecuador

En la naturaleza, sin esos alimentadores artificiales, se ha estimado que llegan a visitar unas 1000-2000 flores al día en busca del codiciado manjar. Incluso disponiendo de esos alimentadores de comida fácil, los colibríes visitarán flores para complementar cualitativamente su dieta, y hay especies no muy aficionadas a acudir a los mismos pese al fácil acceso a su combustible. Tanto en ellos, como en zonas con flores ricas en néctar, los colibríes defienden muy agresivamente su territorio y fuentes de alimento, expulsando sin contemplaciones a otros ejemplares que se aproximen, sean o no de su especie.

Zafiro capirotado (Thalurania glaucopis) (Violet-capped Woodnymph). Mata Atlántica, Brasil
Colibrí pechirrojo (Boissonneaua matthewsii), La Brisa, Baeza, Quijos, Napo, Ecuador

El descanso durante las libaciones de néctar es aprovechado para atusar el plumaje y digerir el alimento; pero es un descanso relativo, pues son aves solitarias y muy territoriales, siempre nerviosas e inquietas por la cercanía de otros colibríes a los que expulsar.

Las frías noches andinas son periodos duros para los colibríes. Debido a su pequeño tamaño, la pérdida de calor corporal es mucho más rápida que en un animal de mayor tamaño. El colibrí apenas tiene grasa corporal y su estrategia para superar la noche es reducir al máximo su metabolismo, rebajando su temperatura (a veces próxima a la del ambiente), frecuencia cardiaca y respiración. Es el llamado estado de torpor o letargia, en el que el colibrí parece arreactivo y muerto. Un 60% del alimento obtenido en el día lo reserva para superar la noche, dejando un remanente sin consumir hasta acercarse el momento de «volver a la vida», en el que dicha reserva actúa como una bomba de arranque que permite al ave salir de la letargia al amanecer y volver a estar activa. También entra en torpor si encuentra poca comida. Para los aztecas el colibrí era capaz de vencer a la muerte, al observar como podía hibernar en las frías noches hasta parecer aterido y casi muerto, y volver a revivir pleno de vitalidad en el nuevo día.

Las frías noches andinas son periodos duros para los colibríes. Su estrategia para superar la noche es reducir al máximo su metabolismo, rebajando su temperatura, frecuencia cardiaca y respiración. En este estado de torpor o letargia, el colibrí parece arreactivo y muerto. Un 60% del alimento obtenido en el día lo reserva para superar la noche, dejando un % sin consumir hasta acercarse el momento de «volver a la vida», en el que recurre a esa reserva para activar una «bomba de arranque» que permite al ave volver a estar activa. Para los aztecas el colibrí era capaz de vencer a la muerte, al ver como pasaba de estar en apariencia muerto a recuperar su plena actividad y nerviosismo en minutos. Colibrí blanquiverde (Leucippus chlorocercus) comenzando a despertar, Huancacalle, valle de Vilcabamba, Cuzco, Perú.

La hembra se encarga de la construcción del nido, incubación de los huevos (2 a 3 semanas) y de alimentar a los pollos, sin ayuda del macho. Los pollos permanecen en el nido 20-26 días. La madre les proporciona al principio abundantes arañas y pequeños insectos que les aportan proteínas necesarias para su desarrollo y para formar sus plumas a partir de la quitina del exoesqueleto de los artrópodos. Después va incrementándose el aporte de néctar, y tras abandonar el nido la madre continuará alimentándolos un mes más. Se han contabilizado hasta 140 cebas al día por parte de la hembra en su nido.

Colibrí pechirrojo (Boissonneaua matthewsii) («Chesnut-breasted Coronet»). Alimentadores de los jardines de Inkaterra, Machu Picchu, Perú
Su sistema nervioso destaca por el importante tamaño relativo del cerebro, y dentro del mismo el hipocampo (memorización de las flores ya libadas) y mesencéfalo lenticular (coordinación de motricidad y detección de movimientos externos)

Su sistema nervioso destaca por el gran tamaño de su cerebro (4,2% de su peso corporal: en el hombre es un 1,85%), con un gran desarrollo del hipocampo (que le ayuda a memorizar las flores ya libadas para no perder tiempo buscando néctar en ellas) y el mesencéfalo lenticular (que coordina los movimientos de vuelo y detecta movimientos habidos en su entorno).

Colibrí jaspeado (Adelomyia melanogenys melanogenys), La Brisa, Baeza, Quijos, Napo, Ecuador

Además es sorprendentemente veloz en la transmisión de impulsos nerviosos. He podido comprobar la velocidad de sus reflejos al hacer fotos con relleno de flash en ejemplares posados en una rama: cuando un fotógrafo dispara el flash en modo TTL -como es mi caso-, nada más apretar el disparador la cámara emite un destello de flash de baja potencia («preflash»), que rebota en el sujeto (en este caso el colibrí) y vuelve a la cámara. Su sensor entonces estima la potencia real que tiene que dar el destello verdadero del flash para que el sujeto salga bien iluminado, y lo hace entonces, completando así fotografía. Todo esto ocurre en milésimas de segundo, y de hecho no somos capaces de percibir el preflash cuando nos hacen una foto… pero creo que el colibrí sí lo hace.

Colibrí rutilante (Colibrí coruscans), piedemonte del volcán Sumaco, Wildsumaco Lodge, Napo, Ecuador: el sistema nervioso de los colibríes es capaz de reaccionar con una velocidad probablemente superior a la nuestra. Sospecho que es capaz de hacerlo al pequeño disparo de preflash que hace la cámara antes del verdadero destello de relleno que crea la imagen, y por ello con frecuencia aparecen en la foto con las alas abiertas  total o parcialmente, pese a que todo ello ocurre en milésimas de segundo.Tras estos disparos, el colibrí aparecía siempre en su rama con las alas plegadas, pese a que el destello que crea la imagen dura apenas una milésima de segundo.
Colibrí turmalina (Heliangelus exortis), Guango Lodge, Napo, Ecuador. Obsérvese la imagen «fantasma» del movimiento de su ala como reacción al flash. El colibrí permaneció en el lugar un minuto más.

Con frecuencia he visto esas fotos posadas en las que el ave aparece con las alas total o parcialmente abiertas, aunque tras realizar la foto el ave sigue en su sitio sin haberse inmutado en apariencia. La explicación empírica que se me ocurre es que el movimiento alar es un reflejo al destello del preflash, que luego es iluminado y captado por el verdadero destello del flash. No se si alguien ha estudiado esto, pero estoy casi seguro que el colibrí es capaz de un reflejo tan instantáneo…

Colibrí pechigris (Campylopterus largipennis), Bamboo Manu Ecolodge, Camino de San Pedro a Patria y Pilcopata, Cuzco, Perú
Colibrí de raquetas (Ocreatus underwoodii), valle de Cosanga, Napo, Ecuador
Colibrí nagüiblanco o colibrí de Bouguer (Urochroa bougueri), cascada del río Hollín, Napo, Ecuador

UN RESPLANDECIENTE PEDAZO DE ARCO IRIS

Así definía el naturalista norteamericano John James Audubon a los colibríes en el siglo XIX. Definición no sólo poética, sino también muy exacta, pues el color de los colibríes es estructural, no pigmentario. Un color debido a pigmentos es el que vemos en un cuadro o en una foto impresa; el estructural es el que nos ofrece el arco iris, el cielo azul o el aceite que mancha el agua. En estos casos la luz blanca que incide sobre el objeto (gotas de agua, polvo o aceite) se descompone en su espectro de colores, y cada uno de ellos llega a nuestra retina con diferentes patrones, por lo que vemos los colores separados.

Zafiro colidorado (Chrysuronia oenone oenone), Wildsumaco Lodge, Napo, Ecuador
Zafiro Capirotado (Thalurania glaucopis) («Violet-capped Woodnymph»). Mata Atlántica, Brasil
Colibrí verdemar (Colibri thalassinus) (Green Violet-ear), Cabañas San Isidro, Cosanga, Napo, Ecuador
Inca de Gould (Coeligena inca) (Gould’s Inca). Inkaterra, Machu Picchu, Perú
Las plumas iridiscentes del colibrí tienen una compleja estructura microscópica, con superficies reflectantes en sus bárbulas, cuya orientación reflejan o no la luz según el ángulo de incidencia. 
Dentro de esas bárbulas hay discos apilados de melanina con micro burbujas de aire en su interior. Sus diferentes índices de refracción hacen que la luz incidente se descomponga en los colores básicos, como lo haría un prisma. (Composición del autor a partir de los esquemas de C. H. Greenewalt en su obra «Hummingbirds» (1960)

En el caso de los colibríes, el color resulta de la descomposición de la luz en su plumaje, que sufre procesos de iridiscencia al encontrarse en su camino con las bárbulas (filamentos básicos) de la pluma. La queratina que constituye la pluma tiene englobada en su seno unos diminutos discos aplanados de melanina (2,5 x 0,18 micras: un glóbulo rojo humano mide unas 7 micras) dispuestos en varias capas solapadas (hasta 10). A su vez, esos discos albergan en su interior unas bolsitas de aire aún más diminutas, de forma y tamaño irregular. El índice de refracción de la matriz de melanina es de 2,2, y el de la burbuja de aire es de 1. Cuando la luz pasa por esas bolsitas se refracta en la melanina y en las cámaras de aire irregulares, siendo descompuesta en sus colores básicos y resultado un efecto iridiscente, en el que también influye el ángulo de incidencia de la luz. Esto significa que el colibrí puede mover sus plumas y cambiar totalmente de color, lo cual es especialmente notable cuando mueven sus baberos reflectantes.

Colibrí colirrojo (Clytolaema rubricauda) (Brazilian Ruby) mostrando su espéculo reflectante. Mata Atlántica, Estado de Río de Janeiro, Brasil
En estas imágenes vemos como la postura de las superficies reflectantes (babero y frente) cambian por completo en su aspecto según el ángulo de incidencia de la luz. Este colibrí colirrojo pasa de no mostrar color en su babero (cabeza muy girada, derecha), mostrándose prácticamente negro, a tener un tono anaranjado (rotación ligera, izquierda); cuando nos mira de frente, los colores de sus espejos en la frente y babero cambian de color, haciéndose muy vivos y casi metalizados. Parece que ello guardaría relación con los enfrentamientos entre rivales «cara a cara» o en rituales de cortejo.
Colibrí gorjiamatista (Heliangelus amethysticollis), Wayqecha, valle de Kosñipata, Cuzco, Perú

La compleja combinación de iridiscencia, refracción, dispersión, ángulo de incidencia, etc. hacen que estos pájaros muestren tonalidades muy cambiantes y sorprendentes, lo que le pone las cosas bastante complicadas a los ilustradores de guías ornitológicas, y a sus usuarios posteriores. Casi siempre son los machos quienes ostentan los plumajes más vistosos, siendo las hembras más discretas.  

Brillante frentivioleta (Heliodoxa leadbeateri) (Violet-fronted Brilliant) periferia del Parque Nacional Podocarpus, Zamora-Chinchipe, Ecuador
Colibrí cobrizo (Aglaeactis cupripennis), carretera sobre Wayqecha, Valle de Kosñipata, Cuzco, Perú

 Son además muy territoriales, defendiendo sus zonas de alimentación o incluso de cortejo: algunos ermitaños tienen incluso cantaderos («lek») donde desde una rama cantan incesantemente para aclarar que ese ese es su territorio y atraer hembras al lugar. Los vuelos de cortejo están repletos de acrobacias, picados a 100 km/h, batidos con un ala o sonidos creados por el paso de aire entre sus plumas.

Colibrí gorjiamatista (Heliangelus amethysticollis), Wayqecha, valle de Kosñipata, Cuzco, Perú
Colibrí moteado, colibrí multipunteado o colibrí grande oliva (Taphrospilus hypostictus), cascada del río Hollín, Napo, Ecuador

AMENAZAS.

En cuanto a sus depredadores, también los tienen, especialmente los huevos y pollos en el nido. Algunas aves como el mirlo serrano o las urracas (charas) pueden destruir sus nidadas, así como clásicos depredadores de huevos y pollos de aves (coatíes, ratas, algunos monos, etc). Algunas serpientes acechan camufladas cerca de las flores para lanzar un mordisco a los colibríes que se acercan. Las especies más pequeñas pueden caer presas de grandes artrópodos habituados a cazar insectos, como mantis religiosas y tarántulas. M. Ed. André, en su viaje por el sur de Colombia en el siglo XIX narra como vio posarse un Lesbia amaryllis en una rama de Piper, en donde tenía el nido. «Me acerqué con cautela, y al ir a apoyarme en el tronco de la higuera para cogerlo, una monstruosa araña, el migale avicular, se precipitó sobre él agarrándole por el cuello». El explorador consiguió liberar al colibrí, aunque a costa de una picadura de la araña en su cuello. En su libro muestra una estupenda ilustración a plumilla del momento, con la tarántula de patas rosadas (Avicularia avicularia) capturando un colibrí colilargo mayor (Lesbia victoriae). Esa especie de tarántula también aparece en el libro de H. Walter Bates El naturalista por el Amazonas en un dibujo similar capturando unos pinzones.

Lámina de M. Ed. André (s XIX) con una tarántula de patas rosadas (Avicularia avicularia) capturando un colibrí colilargo (Lesbia sp). 
Tarántula de patas rosadas (Avicularia avicularia), un comprobado cazador de colibríes y otros pequeños pájaros, junto a la rendija que le servía de escondite en el tronco de una palmera. Tambo Blanquillo, Madre De Dios, Perú.

Sin embargo quien pone realmente en peligro a distintas especies de colibrí no son estos depredadores naturales sino el hombre. En el pasado fueron capturados o cazados para adornar con sus plumas vistosas las ropas de los emperadores incas y sus nobles. Algunas tribus de la Amazonía han empleado sus plumas  para distintos objetos ceremoniales.

Colgante con forma de silueta de pájaro, elaborado con plumas de colibrí (turquesa) y tucán (Ramphastos vitelinus, alas), etnia Cubeo, Vaupés, Colombia (años 30 s XX), Museo Nacional de Antropología, Madrid

La belleza de estas aves tampoco pasó desapercibida para el hombre blanco, llegando a ser incluso objeto de decoración en la Inglaterra victoriana. En la segunda mitad s XIX se usaron para adornar sombreros y vestidos, cuadros, ornamentos, flores artificiales… En 1888 se vendieron en Londres 12 000 pieles de colibríes en un mes; en una subasta 37.603, y en una sola entrega había 3000 pieles de colibrí rubí. En el Museo de Historia Natural de Londres he podido ver un mueble victoriano del siglo XIX conteniendo alrededor de un centenar de colibríes disecados, posados y en vuelo.

Mueble victoriano del siglo XIX con un centenar de colibríes disecados, Museo de Historia Natural, Londres.

Colibrí, orquídea y cascada, por Martin Johnson Heade (1902). Museo Thyssen, Madrid

Colibrí, orquídea y cascada, por Martin Johnson Heade (1902). Museo Thyssen, Madrid

Sin embargo estas capturas y cazas del pasado no supusieron una merma notable para estas deslumbrantes aves, si bien es cierto que se sospecha que pudieron suponer la extinción de una especie. El verdadero peligro ha sido y es la destrucción de los bosques tropicales americanos, que supone la pérdida del hábitat para los colibríes, y no olvidemos que algunas especies tienen distribuciones muy restringidas (a veces solo conocidas en un valle concreto).

El verdadero peligro para las poblaciones de colibríes es la destrucción de los bosques tropicales americanos, que supone la pérdida de hábitat (a veces restringida a pocos valles). Cercanías de Pilcopata, Perú
Deforestación en la selva amazónica en las cercanías de Tefé, Brasil
Colibrí pechirrojo (Boissonneaua matthewsii), La Brisa, Baeza, Quijos, Napo, Ecuador

LA LEYENDA DEL COLIBRÍ DE ORO

Este artículo ha pretendido suscitar la curiosidad del lector por estas apasionantes pequeñas aves americanas, que nos admiran con sus formas, colores, fisiología, vuelos y costumbres. Con razón han sido admiradas desde siempre, integrándose en el arte, mitos y cultura de los antiguos pueblos indígenas. Para terminar el artículo, resumo una vieja historia popular de los Andes (pueblos quechua y aymará) recogida por el escritor tradicionalista boliviano Vicente Terán Erquicia, en su libro Chihuanhuayus y Achankaras (1943). En ella también vamos a encontrar una hermosa explicación acerca del origen de los colores del colibrí y de sus costumbres…

Zafiro Capirotado (Thalurania glaucopis) (Violet-capped Woodnymph). Mata Atlántica, Brasil

Cuentan que una pastora que cuidaba su ganado en la cordillera fue raptada por el Mallku Kunturi, dios de las montañas con forma de un enorme cóndor. Su afligido novio imploró ayuda al dios Pachacámac, que al verlo tan consternado lo convirtió en un pajarillo diminuto. Comenzó entonces a volar de roca en roca, montaña arriba, libando el néctar de las flores para alimentarse. Así llegó a la más alta cumbre, donde encontró a su amada en una cueva, prisionera del cóndor.

Rabudito crestado (Discosura popelairii) (Wire-crested Thorntail), Periferia P.N. Podocarpus, Zamora-Chinchipe, Ecuador
Colibrí rutilante (Colibri coruscans), La Brisa, Baeza, Quijos, Napo, Ecuador

El pequeño pájaro descendió de nuevo al valle y pidió ayuda a sus amigas, las flores. Estas se la ofrecieron, siempre y cuando consiguiese adoptar los colores de sus pétalos. También las rocas le exigieron que se adornase con los variados colores de la almilla que vestía su novia, y lo mismo el viento, que deseaba ver a la avecilla con aspecto atornasolado. Entonces volvió a pedir ayuda a los dioses. El Sol le recomendó recurrir a la madre tierra (Pachamama), que le entregó un collar de oro sacado de sus vetas.

Colibrí de raquetas (Ocreatus underwoodii), (Booted Racket-tail), con sus curiosas «botas» a modo de pompones; valle de Cosanga, Napo, Ecuador

El ahora Cori Quenti (Colibrí de Oro) regresó a la inaccesible cima y mientras el cóndor dormía le solicitó a su amada los vivos colores de su vestimenta. En ese momento, el pájaro se volvió polícromo y rápidamente huyeron de la cueva montaña abajo. Las rocas se transformaron entonces en escaleras y el viento tejió los arbustos para facilitar su descenso, mientras las flores les ofrecían su néctar.

Colibrí Cabeciazul (Klais guimeti) (Violet-headed Hummingbird), periferia P.N. Podocarpus, Zamora-Chinchipe, Ecuador
Colibrí Rutilante (Colibri coruscans coruscans) en flores de pendientes de la reina (Fuchsia magellanica), hostal La Cúpula, Copacabana, Bolivia © Formentí 007b
Colibrí Rutilante (Colibri coruscans coruscans) (Sparkling Violet-ear); Copacabana, Lago Titicaca, Bolivia.

Ya en su rancherío, un bando de cóndores regresó en su búsqueda. Los padres ocultaron a la pastora bajo unas tinajas y porfiaron durante horas por expulsar a esos malvados mallkus, que asediaban por aire y tierra. Mas cuando al fin lo lograron y fueron a rescatar a su hija bajo las tinajas, sólo encontraron sus huesos. Los mallkus habían logrado su objetivo.

Colibrí de raquetas (Ocreatus underwoodii)(Booted Racket-tail), valle de Cosanga, Napo, Ecuador

Desde entonces Cori Quenti busca inquieto a su amada con su nervioso aleteo, fulgurando al sol sus encendidos colores y su collar aúreo, pidiendo ayuda a las rocas, libando néctar de las flores para endulzar su dolor, acariciando a los vientos que lo alzan en vuelo, implorando al dios Sol sus rayos para lucir sus colores y brillos, y a la Pachamama doradas cosechas para los hombres, campánulas llenas de néctar para su largo y afilado pico y descanso eterno para su amada, devorada por los mallkus, esos dioses de las alturas que todo lo saben…

Colibrí de raquetas (Ocreatus underwoodii), La Brisa, Baeza, Quijos, Napo, Ecuador
Coqueta coronada (Lophornis stictolophus), Periferia Parque Nacional Podocarpus, Zamora-Chinchipe, Ecuador

© Texto y fotografías: © José María Fernández Díaz-Formentí  (Julio 2012)/ http://www.formentinatura.com. Prohibida la reproducción sin cita.

ODA AL PICAFLOR (Pablo Neruda, Nuevas odas elementales, 1955)

Al colibrí
volante
chispa de agua,
incandescente gota
de fuego
americano,
resumen
encendido
de la selva,
arco iris
de precisión
celeste:
al picaflor
un arco,
un hilo
de oro,
¡una fogota
verde!

Oh
mínimo
relámpago
viviente,
cuando
se sostiene
en el aire
tu
estructura
de polen,
pluma
o brasa,
te pregunto,
¿qué cosa eres,
en dónde
te originas?
Tal vez en la edad ciega
del diluvio
en el lodo
de la fertilidad,
cuando
la rosa
se congeló en un puño de antracita
y se matricularon los metales,
cada uno en
su secreta
galería,
tal vez entonces
de reptil
herido
rodó un fragmento,
un átomo
de oro,
la última
escama cósmica, una
gota
del incendio terrestre
y voló
suspendiendo tu hermosura,
tu iridiscente
y rápido zafiro.

Duermes
en una nuez,
cabes en una minúscula corola,
flecha,
designio,
escudo,
vibración
de la miel, rayo del polen,
eres tan valeroso
que el halcón
con su negra emplumadura
no te amendrenta:
giras
como luz en la luz,
aire en el aire,
y entras
volando
en el estuche húmedo
de una flor temblorosa
sin miedo
de que su miel nupcial te decapite.

Del escarlata al oro espolvoreado, al amarillo que arde,
a la rara
esmeralda cenicienta,
al terciopelo anaranjado y negro
de tu tornasolado corselete,
hasta el dibujo
que como
espina de ámbar
te comienza,
pequeño ser supremo,
eres milagro,
y ardes
desde
California caliente
hasta el silbido
del viento amargo de la Patagonia.
Semilla del sol
eres,
fuego
emplumado,
minúscula
bandera
voladora,
pétalo de los pueblos que callaron,
sílaba
de la sangre enterrada,
penacho
del antiguo
corazón
sumergido.

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19 comentarios
  1. Me encantó tu blog. Muchas felicidades!!!! Si tienes un tiempo te invito a ver el mio, sobre biodiversidad de Bolivia.
    Saludos!

  2. Gracias Mauricio! Tienes un blog apasionante, de un país que también lo es. Lo visité en varias ocasiones, y por poco repito el pasado mes de agosto (al final no pudo ser, pero está en mis deseos regresar en cuanto pueda). Un abrazo!

  3. Valentín Ramos permalink

    QUE MARAVILLA DE INFORMACION Y QUE CALIDAD DE FOTOGRAFIAS. ESTA INFORMACION ES REALMENTE ELECTRIZANTE SOBRE TODO PARA LOS ENAMORADOS DE ESTA AVECILLA. !QUE BELLEZA’

  4. Valentín Ramos permalink

    bellisimo

  5. María Elena Calmet permalink

    Preciosos e interesantes los colibrís!!!

  6. Jose Rico permalink

    Fantástico blog, enhorabuena!! muy buenas fotografias y artículos, sin duda para seguir muy de cerca, te agrego al mio http://www.theexoticbirds.blogspot.com, estoy empezando pero aprendiendo de todos vosotros . Saludos cordiales

  7. Que maravilla de articulo, soy apasionada por estas avecillas. Les tengo un bebedero en mi balcón

  8. Maravillas naturales y también culturales. Muchas gracias.

  9. francisco espinoza permalink

    Quen dia. Que maravilla silvestre.

  10. MARYCARMEN C. permalink

    Quiero compartir mi experiencia… mi esposo se encontro un chupamirto lastimado en la calle en el suelo, lo recogió y me lo trajo a casa para curarlo. Le dimos a tomar miel y mucho amor, y despues de unos minutos, volvió en sí, y se reanimó y empezo a revolotear hasta quedar en mi hombro; segundos más tarde voló alegremente y lleno de vida. Nosotros y nuestra familia lo vimos volar muy felices. Fue algo realmente hermoso y consolador. ¿Que más puedo decir?? !!!
    No los capturen, ¡son libres como el amor!!!

  11. rosileana de tola permalink

    felicitaciones por el articulo, super instructivo, me encantan las aves en particular el picaflor

  12. ana Velez permalink

    Hola, me encantó demasiado .
    Y quiero hacerte una pregunta: qué significa escuchar que te dicen en un sueño : cuando el colibrí vuela montañosamente el río se llena.

  13. Buscaba información sobre los colibríes porque vi uno en Medellín ( Colombia), libando en un diminuto arbolito del barrio de la Florida. Como soy española, pensaba que jamás tendría ocasión de ver ninguno, y descubrirlo y poder observarlo fue algo inolvidable para mí. Pues bien, quiero decirte que muy rara vez en la red se encuentran artículos tan documentados, interesantes y completos, ya que a la información científica has sumado con gran acierto la literaria y la arqueológica, de modo que el que lo lee ve satisfechas todas sus curiosidades. Mil gracias por tu trabajo.

  14. Lucia Lavada permalink

    Que hermoso es, lo que la naturaleza nos da para deleitar nuestros ojos, es la creación de Dios.

  15. Lucia Lavada permalink

    Que hermoso es, lo que la naturaleza nos da para deleitar nuestros ojos, es la creación de Dios Jehová, gracias también al investigador.

  16. rafael Wilson Narvaez Izurieta permalink

    Que hermosas fotos, y sus reportes del comportamiento de los colibríes me han fascinado,siempre me atrajeron estas aves; en especial he realizado algunos observaciones de Patagona gigas, Coruscans, Lesbia victoria y otras especies: de esta ultima construcción del nido, alimentación y comportamiento, pero mis fotos no son excelentes como la de ustedes: son maravillosas.
    Felicitaciones es una información que refuerza mis observaciones.
    Continuaré con mi hobbie.
    Saludos.
    Rafael

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